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El trabajo constituye la principal fuente de sustentación para tener una vida digna y en ello el empleo tiene un papel fundamental.

La histórica desigualdad de género que sigue reproduciéndose, sumada a desigualdades generacionales que atraviesan las experiencias de juventud, generan accesos diferenciales a los recursos por parte de mujeres y hombres jóvenes, así como diferentes expectativas, desarrollos de vida, exclusiones y privilegios asociados a las identidades de género y contexto socioculturales. 

El emprendimiento es la acción de idear, planificar y llevar adelante un proyecto con el que obtener un beneficio económico con rentabilidad social. Los roles de género y la edad son factores decisivos a la hora de emprender y, por ello, son clave para comprender quién está emprendiendo, quién puede hacerlo, cuáles son sus motivaciones y cuáles son las oportunidades y dificultades que vive.

Incorporar perspectiva de género y enfoque en derechos en los análisis en torno al emprendimiento juvenil dará elementos para entender qué barreras diferenciales existen entre mujeres y hombres jóvenes dependiendo de su situación sociocultural, así como aquellas asociadas a las identidades de género; a la vez que profundiza la mirada sobre las desigualdades entre generaciones y entre las personas jóvenes.

La seguridad social constituye una herramienta fundamental para la garantía y cobertura universal de derechos y necesidades básicas, como la salud, la educación, pensiones y subsidios.

El género y la edad se inscriben en un marco de desigualdades y privilegios sociales que afecta la posibilidad de las personas de tener una vida digna en el presente y el futuro. Por ello, tienen que ser tomados en cuenta en el análisis para avanzar hacia una seguridad social inclusiva, equitativa, que proteja a todas las personas en sus diversidades, facilitando así el tránsito entre los diferentes ciclos de la vida.