El trabajo constituye la principal fuente de sustentación para tener una vida digna y en ello el empleo tiene un papel fundamental.
La histórica desigualdad de género que sigue reproduciéndose, sumada a desigualdades generacionales que atraviesan las experiencias de juventud, generan accesos diferenciales a los recursos por parte de mujeres y hombres jóvenes, así como diferentes expectativas, desarrollos de vida, exclusiones y privilegios asociados a las identidades de género y contexto socioculturales.